La Alcarria de Cela (2)

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La Alcarria de Cela (2)

Aunque Cela no subió a las Tetas de Viana –uno de los más característicos elementos paisajísticos de la comarca- la caminata merece la pena. Desde la cima de estos cerros se disfruta de unas vistas espectaculares. Una parada merece también la pequeña localidad de La Puerta, situada en un bello entorno natural y con una preciosa iglesia románica. Llega así el viajero al embalse de Entrepeñas. Antes de alcanzar sus orillas se encuentra Chillarón del Rey, pueblo de empinadas callejas, casonas y su rotunda iglesia de Nuestra Señora de los Huertos.

Tetas de Viana

Las Tetas de Viana.

Una bonitas vistas del embalse se disfrutan desde los cerros que dan cobijo a Durón, pequeña localidad con numerosas casonas y palacios, y una monumental iglesia parroquial. No muy lejos, camino del Tajo, se levanta Budia, que en palabras del propio Cela «es un pueblo grande, con casas antiguas, con un pasado probablemente esplendoroso»; su plaza Mayor es fiel reflejo de la sencilla y rotunda belleza de su caserío. A tiro de piedra alcanzamos El Olivar, un bonito pueblo serrano, que invita al paseo sereno y ala contemplación de las vistas que ofrece su elevada posición.

Volvemos a cruzar las aguas del Tajo para dirigirnos a Pareja. Aquí el viajero podrá disfrutar de la tranquilidad de las aguas del azud que se encuentra a un kilómetro del pueblo. Una zona de baño y embarcadero hacen las delicias en época estival e invitan a disfrutar de la naturaleza, sin olvidar el atractivo y cuidado casco urbano. Hacia el sur, el camino pasa por Casasana para llegar a Córcoles. La primera, entre los valles que dibujan el Tajo y el Guadiela, «tiene un color entre verdinegro y gris azulado, muy bonito», escribe Cela; en la segunda, con una magnífica iglesia, encontramos el Monasterio de Monsalud, cenobio cisterciense cuya visita es muy recomendable.

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Monasterio de Monsalud en Córcoles.

Sacedón, situada junto a la presa del embalse de Entrepeñas, es el centro neurálgico para disfrutar de los deporte náuticos. Merece la pena subir al cerro de la Coronilla y disfrutar de una panorámica espectacular. En este punto el camino deja atrás el valle del Tajo y, atravesando amplias zonas de cultivo, llega a Tendilla, con una imponente calle Mayor, y de la que Cela escribe que «es un pueblo de soportales planos, largo como una longaniza y estirado todo lo largo de la carretera. En este pueblo es donde tiene un olivar el escritor don Pío Baroja, para poder tener aceite todo el año...»

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Embalse de Entrepeñas.

El viaje a la Alcarria va llegando a su fin, y lo hace con uno de sus platos fuertes: Pastrana. Atesora un impresionante patrimonio monumental, fruto sobre todo del paso y estancia en la localidad de la princesa de Éboli y Santa Teresa de Jesús. El paseo nos llevará por la plaza de la Hora, el palacio Ducal, la fuente de los Cuatro Caños, la Colegiata (es interesante la visita al Muso de Tapices) y los conventos de San Francisco, de San José y del Carmen.

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Cripta de la Colegiata de Pastrana.

Bañada por las aguas del Tajo, Zorita de los Canes es el epílogo de nuestro viaje. Tranquila y pequeña localidad con un majestuoso castillo, desde cuyas torres se divisa una bonita panorámica de las vegas y el curso del río. Como memorable despedida es recomendable visitar el cercano Parque Arqueológico de Recópolis que nos ofrece un viaje desde el siglo VI hasta el XVII recorriendo la cultura visigoda, andalusí y cristiana

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Castillo de Zorita de los Canes.

Hoy el Viaje a la Alcarria es una delicia para los sentidos. El ambiente invita al sosiego, a disfrutar del paisaje, de los atardeceres, una ruta sin prisas, intensa, muy recomendable. Se puede hacer a pie, en bici -los mas osados- o en coche de forma tranquila y relajada; no era Cela precisamente de esfuerzos asfixiantes, fue el suyo un viaje cómodo, disfrutando del paisaje, de sus gentes, de los pueblos. La oferta gastronómica y hotelera es variada en casi todos los puntos del recorrido y casi cualquier época del año es apropiada, aunque estas son tierras de rigurosos inviernos y calurosos veranos, por lo que el otoño y la primavera quizás sean los momentos más indicados.

Como escribía Cela hace 70 años: «La Alcarria es un hermoso país al que la gente no le da la gana ir. Yo anduve por él unos días y me gustó». Al viajero, seguro, también le gustará.

09/29/2016
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