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Una bandera, una catedral y Cervantes
Exposición aTempora
La vida de Francis Drake daría para toda una nueva saga de Los Piratas del Caribe. Pirata para las autoridades españolas y héroe para las británicas, fue un incansable explorador, político y comerciante de esclavos que llegó a ser vicealmirante de la Marina Real Británica y fue nombrado caballero por la reina Isabel I como recompensa por los servicios prestados a la corona inglesa.
Temido por la flota española (participó en la derrota de la Armada Invencible) dedicó media vida a perseguir, atacar, hundir y desvalijar navíos del por entonces imperio español, tanto en las Indias como en la Península. Conocido por su osadía y su crueldad, Drake encabezó, en 1589, una incursión de la armada inglesa en las costas gallega. En esa ocasión le salió el tiro por la culata y tuvo que emprender la retirada, no sin antes perder la bandera de uno de sus navíos. La bandera en cuestión le fue arrebatada por Sancho Bravo y Arce de Laguna, sobrino-nieto de Martín Vázquez de Arce, el Doncel de Sigüenza. Se trata de la única bandera inglesa de la época que se conserva en todo el mundo. Y durante años ha estado colgada, para deleite de los poco curiosos que conocían su importancia, en la capilla del Doncel de la Catedral de Sigüenza.
Esta bandera, que de alguna manera hace de nexo entre España e Inglaterra a finales del siglo XVI, ha convertido a la Catedral de Sigüenza en el escenario ideal para acoger la exposición aTempora Cervantes 1616 – 2016 Shakespeare. La muestra es un recorrido por el mundo en el que vivieron Cervantes y Shakespeare, ambos fallecidos en 1616. Las 325 piezas expuestas se integran en los bellos y ricos espacios del templo catedralicio que se convierten a la vez en continente y contenido del propio discurso expositivo. La exposición presenta dos partes bien diferenciadas: la temática civil que se expone en el claustro y sus dependencias anexas; y la religiosa, que se desarrolla en las mismas naves del templo.
No es cuestión de destripar al visitante lo que se va a encontrar en la amena visita, pero sin duda llamarán su atención las primeras ediciones de las obras de el propio Miguel de Cervantes, de Lope de Vega o Santa Teresa; la recreación de la Botica de San Mateo; la colección de la propia catedral de ocho espectaculares tapices flamencos; las piezas que muestran la faceta militar de Cervantes (aquí se muestra la ya citada bandera de Drake) y las que hacen alusión a la vida civil...
Además, el recorrido nos permite disfrutar de los espacios más espectaculares y exquisitos de la catedral seguntina, como la popular capilla del Doncel y la sacristía de las Cabezas una de las obras más destacadas del Renacimiento español.
La Catedral de Sigüenza es todo un descubrimiento. Pero no lo será menos, para el visitante primerizo, su conjunto histórico y sus alrededores. Estamos en una de las ciudades medievales mejor conservadas de España. El paseo es obligado por su plaza porticada y sus empinadas callejas. Casonas, iglesias, ermitas y conventos jalonan un itinerario que debe rematarse con la subida al castillo donde se ubica el Parador de Turismo.
La oferta gastronómica es envidiable. La cocina seguntina es todo un placer para los sentidos gracias a los excelentes productos de la tierra: sabrosos corderos, y tiernos cabritos, caza, setas y níscalos, hortalizas... La cocina más tradicional es la base de platos más innovadores que han colocado a algunos de los fogones de la ciudad en lo más alto de la cocina de vanguardia.
Y eso no es todo, los alrededores de Sigüenza ofrecen una ruta rica en patrimonio artístico y un magnético encanto natural. No muy lejos se encuentran las iglesias románicas de la coqueta Carabias, Riofrío del Llano, Jodra del Pinar o Sauca. Camino de la también espectacular Atienza (cuya visita es también obligada), podemos detenernos en las Salinas de Imón, que durante décadas fueron las más productivas de la Península Ibérica.
Sigüenza es además un perfecto cuartel general para recorrer el Parque Natural del Barranco del Río Dulce. Se extiende por altas parameras donde el río que da nombre al parque ha excavado un profundo cañón. Cascadas, cuevas, roquedos, sabinares, encinares y bosque de ribera dibujan un paisaje de gran belleza, con formaciones geológicas de gran interés, como la hoz de Pelegrina, cuyo pequeño núcleo urbano, con sus espectacular castillo, se convierte en una magnífica guinda para este atemporal viaje.