Una de las poblaciones más pequeñas del entorno, pero que muestra uno de los cielos más grandes, en cuanto despejados y brillantes, que el ser humano pueda contemplar.
A la sombra de ocho pinos centenarios, esta localidad evoca todavía los ecos de los pequeños núcleos que vieron nacer y desarrollarse la manchuela conquense.
La iglesia parroquial “Dulce Nombre de Jesús” es quizá el elemento arquitectónico más destacable, un edificio de mampostería rebocada con sillares y rematado con la tradicional espadaña.
A apenas 3 kilómetros, en Los Reilos, quienes gusten de la naturaleza se encontrarán con un pequeño y delicioso bosque donde podrán admirar puestas de sol de singular belleza.