Cuenta este pueblo con una riqueza natural propia, la de los montes productores de madera normalmente de propiedad comunal.
El nombre de Portilla se recuerda desde muy antiguo, por sus prestigiosas canteras de mármoles.
Las viviendas están muy cuidadas y mantienen, casi todas ellas, la estructura rural, sin faltar ningún elemento detallista como el tejaroz o la clásica reja.
La Iglesia preside la plaza y el pueblo, tanto por su posición elevada, como por sus dimensiones. Está dedicada a San Miguel Arcángel y su interior está totalmente renovado a causa de dos incendios sufridos en los últimos cien años.
Por detrás de la iglesia sube la calle de la Nevera y frente al templo, aparece el entramado de calles estrechas y algo enrevesadas, que conservan sus tradicionales nombres, como la calle del Agua o la del Cantón.
