Sencillez y encanto familiar definen el espíritu de esta antigua casa señorial de labranza del siglo XIX. Las estancias divididas en tres alturas se asoman sobre un coqueto y tranquilo patio interior o a la montaña.
Dispone de 16 plazas autorizadas (con opción a camas supletorias) distribuidas en 8 habitaciones dobles, todas ellas dotadas de aseo con agua caliente, calefacción, hilo musical y televisión. Además, tienen nombres alusivos a antiguas tareas del campo y conservan el sabor de antaño visible, en las vigas vistas, en las antiguas tinajas o en las contraventanas originales.
En su restaurante disfrutará de la gastronomía castellano-manchega y de la mejor comida tradicional. Cuenta también con Salón de televisión, juegos y lectura, Terraza para tomar algo, Jacuzzi al aire libre y Piscina de verano a 200 metros.