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Diez razones para perderse en Albacete, la Nueva York de La Mancha
Manchega, bulliciosa para el comercio y las salidas nocturnas; tranquila y afable para el paseo; y sorprendente en su arquitectura, Albacete, la ciudad más poblada de Castilla-La Mancha, se levanta al este de la región como la “Nueva York de La Mancha”, tal como la describiera Azorín. Cierto que las comparaciones son odiosas, y que la urbe americana es mucha urbe, pero, salvando las distancias, el viajero se sorprenderá ante la oferta cultural y de ocio que ofrece la villa albaceteña.
Te ofrecemos 10 razones (podrían ser muchas más) para perderte por sus calles, plazas y jardines; visitar sus principales centros culturales; dejarse llevar por el bullicioso ambiente de sus comercios; y disfrutar de sus apreciados fogones.
Edificio de la Diputación Provincial de Albacete.
1. La ciudad
Albacete es una ciudad para pasear. Las suaves llanuras manchegas sobre las que se levanta hacen que la visita no requiera grandes esfuerzos y sea completamente accesible. Si algo caracteriza la arquitectura más monumental de la ciudad son sus obras de estilo modernista, fruto de la pujante burguesía de principios del siglo XX. La Plaza Mayor o la del Altozano pueden servir al viajero como punto de partida. Aunque son muchos y variados los edificios que enriquecen el patrimonio albaceteño aquí va un ramillete de recomendaciones de imprescindible visita: la Posada del Rosario, caserón manchego reconvertido en oficina de turismo; el Palacio de la Diputación Provincial; el Pasaje de Lodares, espacio emblemático de la ciudad, diseñado según el modelo italiano de galerías comerciales de finales del XIX; el Teatro Circo, un espacio escénico único en España; la Catedral de San Juan Bautista; el Depósito del Sol, antiguo depósito de agua hoy reconvertido en biblioteca municipal; el Recinto Ferial, una muestra de arquitectura popular manchega cuyas obras se iniciaron en 1783.
2. Sus Museos
Algunos de los edificios que albergan los museos albaceteños más destacados ya merecen una visita por su arquitectura. Es el caso de la Casa del Hortelano, edificio centenario a caballo entre el eclecticismo y el modernismo, que alberga el Museo de la Cuchillería (todo sobre el mundo de las navajas y los cuchillos); el Museo Municipal, que alberga a su vez el Museo Internacional de Arte Popular del Mundo con más de 10.000 piezas de todos los rincones del planeta; y el Museo de Albacete que nos descubre la historia de la ciudad.
Casa del Hortelano. Museo de la Cuchillería.
3. Sus parques
Albacete es una de las ciudades con más zonas verdes de toda España. Entre ellas destaca el Parque de Abelardo Sánchez, el más grande de toda la región, céntrico y muy apacible. De paseos agradables a la sombra de árboles centenarios puede disfrutar el viajero en el Parque de los Jardinillos, el más antiguo y uno de los más animados de la ciudad; en el Parque Lineal, levantado sobre el antiguo trazado ferroviario; en el Jardín Botánico; o en el de la Fiesta del Árbol, con su imponente Depósito de Agua (aunque nunca llegó a cumplir su función) que se divisa desde buena parte de la ciudad.
4. Su agenda cultural
La actividad cultural de Albacete no defrauda. Son imprescindibles las visitas a los ya mencionados museos de Arte Popular, al de la Cuchillería y al de Albacete. Además, la programación teatral, cinematográfica y expositiva cuenta con varios “centros neurálgicos” como la Filmoteca, la Casa de la Cultura José Saramago, el Teatro de la Paz o Ea! Teatro. Es imprescindible echar un vistazo a la programación del Teatro Circo, referente cultural y escénico de la ciudad.
Pasaje de Lodares.
5. De compras
Sin duda, Albacete es un buen lugar para ir de compras. Sus animados bulevares invitan a tomarse con calma la visita a tiendas y comercios en los que encontrará de todo: desde los productos artesanos (no se olvide la cuchillería albaceteña) y gastronómicos más típicos de La Mancha, hasta la moda más actual. El núcleo que componen la calle Ancha, la calle Mayor y la calle Concepción, y el Bulevar de Isabel la Católica son dos magníficas opciones para los amantes del “shopping”.
6. Sus sabores
Como en otras muchas cosas, Albacete sorprende al visitante por su cuidada y variada oferta gastronómica. Una oferta que destaca por su tapas, pinchos y raciones (de lo mejorcito del panorama nacional), y también por unos fogones cada vez más atrevidos pero que siempre se empapan de la tradición culinaria de estas tierras manchegas. Los gazpachos manchegos, la caldereta de cordero, las gachas, el atascaburras, el ajo matadero, el asadillo las carnes de caza y los quesos no faltan en la carta albaceteña, y saciarán, junto con los vinos de la tierra, el paladar del viajero.
7. El tapeo
Para disfrutar de esos sabores es imprescindible acercarse a sus tascas “de viejo”, sus modernos cafés, sus cafeterías de toda la vida, sus cervecerías al uso... salir de tapeo, de cañas, o de vinos es en Albacete una tradición, una costumbre y, para el viajero, casi una obligación, si no quiere perderse uno de los ambientes más populares y amables de la ciudad. La “zona” entre la Catedral y la plaza del Altozano ofrece algunas de las mejores opciones.
La Feria.
8. La noche
Si se alarga el tapeo o si el viajero es ave nocturna, el ocio al caer la noche en Albacete es apuesta segura. De nuevo la “zona” es el lugar más bullicioso, el entorno de las calles Concepción y Tejares es una buena opción con oferta para todos los gustos. Para los más jóvenes también es segura la apuesta por la zona Campus, en el barrio de la Universidad.
9. La Feria
La Feria de Albacete es un referente festivo del panorama nacional. La diversión está asegurada. Diez días -del 7 al 17 de septiembre-, 24 horas sin tregua, en los que solo hay tiempo para la jarana y la alegría. Toda la ciudad se echa a la calle en un ambiente abierto y hospitalario, que tiene su epicentro en el recinto Ferial (conocido también como la Sartén o los Redondeles) que tiene su origen en el siglo XVIII. Si te gusta la fiesta, este es tu sitio.
10. ...
Se nos ocurren muchos más motivos para conocer Albacete, pero dejaremos que sea el viajero el que complete este decálogo con sus experiencia, seguro que razones no le faltarán.