La obra de Tomás Bux es personal e inconfundible, al realismo que deja entrever en sus esculturas de barro, se le une el surrealismo del que orgullosamente presume, así como de la acertada influencia picasiana; un surrealismo que aflora desde lo más recóndito de su inspiración y que nos invita a aproximarnos al artista de Figueras, su admirado Dalí. La composición de sus piezas de cerámica, todas distintas pero con una seña de identidad, hace indiscutible su paternidad. La escultura cerámica que elabora es a mano y a torno, utilizando barro rojo y refractario. Las figuras se montan sobre un esqueleto inicial, siendo siempre una vasija con diferente configuración, encima de éstas, a base de placas texturizadas por medio de cortes y detalles superpuestos, va formando caricaturas, bustos, paisajes y personajes, los cuales va decorando con engobes, óxidos, pigmento s y esmaltes de baja temperatura. Ha realizado y participado en numerosísimas exposiciones individuales y colectivas sobre diferentes temáticas. Su obra ha traspasado el ámbito provincial, regional y nacional, el reparto de la misma alcaza ciudades como París o Nueva York.