En la plaza mayor, centrada por una gran fuente de cuatro caños que remata en bola en la que aparece la fecha de 1832, destaca la torre del reloj, de varios cuerpos, y el edificio de la iglesia parroquial, dedicada a San Pedro Apóstol.
Se trata de un enorme templo, rodeado en parte por una recia barbacana de piedra, en el que destaca su torre de mampostería y sillar en las esquinas, de época anterior al resto del edificio, que es obra del primer tercio del siglo XVI. La trazó y dirigió el maestro Juan de la Riba, y en 1536 ya estaba concluida. Altares e imágenes son todas nuevas, pues en la Guerra Civil de 1936-39 quedó todo destruido. En la sacristía quedan un par de cuadros uno de ellos representando a Santa Cecilia, de buen arte de la escuela madrileña del siglo XVII, y otras piezas de interés. En el borde de la meseta alcarreña, asomándose a la ladera en que asienta el pueblo, se ven las mínimas ruinas de lo que fue colegio o residencia de verano de los jesuitas de Alcalá. Se llamaba el Colegio Jesús del Monte y fue levantado hacia mediados del siglo XVI, quedando vacío y abandonado en 1773 tras la expulsión de la Compañía de Jesús por Carlos III.